Desempolvando

2 Mar

(Dos meses antes de «reencuentros«)

Queridísimo Víctor:

Han pasado muchos meses, quizás demasiados, desde que echamos la persiana del Jazz Club. Han ocurrido mil historias desde entonces, con nuevas sensaciones, nuevas aventuras, pero también nuevos problemas. Quizás no caben todos en esta carta, y quizás tampoco sea necesario contarlo ahora mismo, pero no es ese el objetivo de esta carta.

Te escribo para comunicarte que vamos a volver, y quiero que tú estés a bordo. No hay nada más allá. Este proyecto no es nada sin ti, y sé que eres consciente de ello. Desconozco si tu tiempo está ocupado con algo ahora mismo, pero si quieres, te recibiré con los brazos abiertos, el Jazz Club te necesita.

Espero una pronta respuesta, y recibe un gran abrazo, amigo.

Hagamos un trato

12 Feb

Hagamos un trato.

Nunca nos acostaremos enfadados. Los problemas se solucionan siempre antes de dormir, e intentando que no quede rencor detrás, ya sabes que soy de los que olvidan a los cinco minutos. Así cuando te salude de nuevo por la mañana te pueda dar un beso sincero y con ganas. Y en las reconciliaciones pondremos toda la rabia acumulada dejando que se libere en arañazos en la espalda o mordiscos en el cuello.

Habrá muchas noches en las que no pueda dormir mientras tú estás respirando tranquila entre mis brazos, y mi cabeza volará a mil sitios pensando otras mil cosas antes de que por aburrimiento acabe durmiendo. Y a pesar de mis ojeras te compensaré con olor a café y mil besos de buenos días.

Y compraremos una gramola, como las de los bares.

Las decisiones en las que no estemos de acuerdo nos las jugaremos a una carrera en la Play, y el que gane elige. Quizás te parezca injusto, a veces incluso no lo parece, pero mis prioridades siempre van a ser: Nosotros, tú y luego yo. En ese orden.

Tienes que perdonarme de antemano si no doy tanto la cara en las discusiones. Llevo toda la vida aprendiendo a reposar las cosas y decirlas tranquilamente, no a dejar que la lengua se me suelte y pueda joderla por cualquier tontería, es algo educacional. Y no es algo de rencor, nada más lejos, y sé que te molesta. Yo prometo intentar cambiarlo y dejar pasar algo que tú me pidas, tienes un comodín.

Aquí te dejo un espacio en blanco. Añade las cláusulas que quieras y firma. O rómpelo, bésame, y empecemos sin hoja de ruta. Me da igual. Será fácil contigo aquí.

Adaptación libre de un texto de @Turistaentupelo

La vida

31 Ene
La vida, como dijeron en aquella película de Hollywood, no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento. Y si eso es la vida, estoy vivo desde que te conozco.
bogart
Son momentos sin aliento de lo más variado, como clases de azul hay en el mar una perezosa tarde de verano. Hay orgasmos que te dejan sin aire pero con ganas de más. Con ganas de esa explosión mental que hace que el mundo siga girando, ese descorchar de champán que hace volar miles de burbujas donde se refleja tu espalda desnuda.

Hay discusiones que dejan sin respiración, porque no encontramos las palabras que queremos decir, sólo tenemos ganas de escondernos debajo de una manta para que los monstruos desaparezcan tras esa seguridad que no dan mil chalecos antibalas, sólo una sábana que protege de los males del mundo. Y las palabras se ahogan, y nosotros con ellas.

Hay risas que dejan sin sentido, que te golpean como un gancho de izquierda y te dejan con la mirada perdida, con un temblor en las piernas y con una sonrisa de idiota, y pensar que todas esas risas las provoca ella por el hecho de decir cualquier tontería acerca de la última persona que subió al tren o lo que lleva puesto la compañera más tonta de la clase. Bromas intrascendentes que a los dos minutos serán olvidadas en favor de un manojo de manos, lenguas y ojos que se buscan.

Hay silencios que dejan KO. Por su significado, por su tensión, por su manera de desdibujar la realidad y hacernos pensar el por qué de ellos. ¿Quién los inventaría? ¿Quién sería el cruel personaje de una obra de Shakespeare, o de John Verdon, que dijo “es buena idea dejar un tenso silencio para que cada uno se quede a solas con sus demonios o, peor aún, sus fantasmas” que lo decidió en primer lugar?

Hay musas que dejan de inspirar. Y otras que inspiran a cada momento.
Hay enchufes que nacen para romperse. Y otros que funcionan cada segundo hasta que la casa es derribada.
Hay Torres Eiffel apagadas. Y otras que iluminan en los días más soleados.
Hay pistolas a punto de disparar. Hay munición que nunca saldrá del cañón de un arma.
Hay sombras que parecen atacarte de noche. Y de día no son más que las ramas del pino donde colgaste ese columpio de pequeña.
Hay amaneceres que invitan al suicidio. Y atardeceres que eliminan la melancolía y nos hacen pensar en un mundo mejor.
Hay sonrisas, abrazos, alegrías, peleas, enfados, malas caras, sexo, risas, poesía, comidas inventadas, viajes, besos, arañazos, marcas de guerra, fotos en blanco y negro.

Y por encima de todo ello, como un ángel al que el mal le resbala, siempre está Ella.

#vuelveaescribir

11 Ene

Me envió el otro día WordPress al correo electrónico un análisis del blog y curiosamente no fueron malos números, a pesar de que sólo escribí dos entradas, una de ellas engañándoos vilmente haciendo creer que escribiría más. Esto va a cambiar.

Cayendo en las garras de esa -infame- campaña de marketing que nos invita a comprar un móvil con stylus caigo y mi cabeza se pone a darle vueltas al eslogan que muestran para venderse. Y, por qué no admitirlo, me entran ganas de volver a escribir. No así de comprarme el teléfono en cuestión, todo sea dicho.

vuelve

Así que ese es uno de mis propósitos. Esperemos que este 2015 sea un año de retornos. Y de novedades, de creación, de amor -y hamor, que algún día contaré-. Será un 2015 de arte, escritura, lectura, fotografía, vídeo, música.

Y mi propósito es escribir una entrada cada dos semanas. Ya veré como me organizo, pero sin objetivos no hay metas.

Por tanto, mi lista de propósitos es:

#vuelveaescribir

#vuelvealeer

#vuelveafotografiar

#vuelveagrabar

#vuelveasentir

Estamos de vuelta, más fuertes que nunca.

Bienvenido, 2015. Tú y yo vamos a llevarnos bien.

Reencuentros

1 Jul

Se encontraron tras muchísimo tiempo sin verse en el Jazz Club. Había una gran capa de polvo encima de todos los muebles, había algunas bombillas fundidas que aún no habían sido cambiadas, las copas merecían un lavado general y del suelo se podria decir tres cuartas partes de lo mismo.

El jefe llegó unos minutos antes de las nueve de la mañana mientras que Víctor, curiosamente para su puntualidad inglesa, llegó diez minutos tarde. Masculló una disculpa acerca de una mala noche y le tendió la mano. Se miraron durante unos momentos y se giraron casi a la vez hacia el gran ventanal que permitía ver todo el interior, a pesar de que ahora estaba cubierto por una tela.

No saben cuánto tiempo estuvieron observando pero se dijeron a sí mismos que ya era la hora de acabar con esas largas vacaciones, que ya era hora de volver de ser de nuevo el club de jazz más importante de la ciudad.

El jefe quitó los candados y abrió la puerta para que entraran al local. Le recordó muchísimo a sus inicios cuando no era más que un lugar abandonado y fue entonces cuando comprendió que a pesar de todo nunca abandonaría aquel lugar.

Siguió quieto, con los ojos empapados, mientras Víctor avanzaba levantando sábanas y dejando que el sol jugara con las motas de polvo entre sus rayos.

-No creo que sea para tanto. -dijo Víctor- En un par de días podríamos tenerlo todo funcionando de nuevo. Esos meses sabáticos han sido demasiados pero volvemos con las pilas puestas
-Tiene razón -respondió a su vez el dueño mientras levantaba la sábana del piano. Se dejaba rozar por unos rayos de sol que hacía tiempo que no le tocaban-

Presionó dos o tres teclas y comprobó que sorprendentemente aún seguía afinado. Dejó la última nota suspendida en el aire mientras Víctor volvía con una buena botella de champán y dos copas que habían permanecido al resguardo del polvo. Descorchó la botella, sirvió ambas copas en dos tiempos, como dictaban sus años de experiencia, que no había perdido tras tanto tiempo.

Brindaron por el pasado, brindaron por todos los sucesos que acontecieron los meses anteriores y brindaron más que nada por su futuro y por su amistad. Volvían a estar los dos al frente del Jazz Club. Volvía a sonar música en aquel -por poco tiempo- polvoriento local de Londres

Blonde’s waltz

10 Mar

El local estaba con casi todas las luces apagadas, sólo las de encima de la barra permanecían encendidas. El hilo musical -casi inexistente- dejaba notar unos acordes de un hasta entonces desconocido grupo llamado «The Real Tuesday Weld» y junto a dos figuras sentadas encima de la misma barra, charlando distendidamente, había dos madrugadoras tazas de café arábica, aún humeantes y, por supuesto, sin más contenido que un terrón de azúcar Moreno.

– No creo que realmente sea cuestión de whiskys, o de capuccinos. -Así de profunda era la conversación que mantenían Víctor y el dueño del Jazz Club- creo que es más cosa del lugar…la luz, la música, la gente, ¿No lo crees, Víctor?

– Puede, pero esto ha cambiado un poco desde que empezamos, sólo tenemos que fijarnos en los pequeños detalles. Y hace algo más de un año que me llevo dando cuenta. Lo mejor de todo es que no son cambios sólo estéticos, sino que también han sido cambios internos. Se ve un local más llamativo, pero también más acogedor, ha perdido parte de su seriedad y la gente agradece que el local les invite (más si cabe) a estar dentro.
Y luego están los pequeños cambios que no se sienten en el día a día pero que una vez miras hacia atrás ves que nada es igual, pero no quiero decir que sea malo, para nada. Hemos transformado el trato al cliente hasta lo sublime. Los momentos que hemos ido cambiando de manos la barra lo he ido notando. Cada vez viene más gente, y cada vez sale más contenta. Y el mérito es todo suyo, jefe.
– No, Víctor, no son sólo míos. -Se miró la chaqueta y se quitó un largo pelo liso y rubio, lo observó unos instantes y Víctor reparó en ese gesto- Tú has tenido mucho que ver, más de lo que crees.
– No se engañe, por favor. No es mérito mío, yo sé la auténtica causa -sus ojos se abrieron como platos y una profunda arruga se le remarcó en la frente. De sus labios salió una sonrisa cómplice y se acercaron para hablar más bajo, como si alguien en aquel vacío local pudiera escucharlos en ese momento- es la chica rubia esa, lo reconocí en sus ojos al instante, comenzaron a brillar más y aunque a veces estuviera más ausente se le veía más feliz. Es normal que de vez en cuándo hayan malas rachas, pero después de ellas siempre venía con energías renovadas.
No, el mérito no es mío, es todo de ella, y de su manera de ver el mundo. No la pierda, jefe, es una entre siete mil millones.
– Lo sé, Vic, lo sé. Soy el hombre más afortunado, y quiero que siga así, cada día, todos mis días.

Diana, Beethoven y un café italiano

8 Nov
Unos expertos ojos marrones miraban sin cesar cada grano de café que caía a la cafetera. Era una de las fases que permitían que el café del Jazz Club fuera tan similar al de cualquiera de las mejores cafeterías italianas. Víctor se encargaba personalmente de todas las fases de la creación del oscuro brebaje y era capaz de degustar las tazas que hiciera falta hasta que saliera perfecto. Una seña del local, junto con la selección de whiskys, de ginebras y la música.
En esos momentos de la mañana no solía sonar Beethoven, pero los acordes de “El trío del Archiduque” estaban moviéndose por el aire. Víctor no solía escuchar a Beethoven, pero tras la lectura de un libro de Murakami le vino la inspiración y encontró un viejo vinilo con la canción que se nombraba en la novela, así que no dudó y la música comenzó a sonar por la estancia.
Sus pensamientos saltaban del café al centenario músico como ranas en un estanque, y no fue hasta que la música terminó cuando entró una cara que no había olvidado desde aquel jueves de improvisaciones. Una chica alta, rubia y con una singular voz, grave cuando cantaba, pero suave si hablaba.
 -Diana, bienvenida de nuevo.
-Hola, Víctor, hoy vuelve a ser jueves, ¿puedo tocar otra canción?
-El piano es todo tuyo, ya lo sabes. Siempre eres bien recibida en estas paredes.
Comenzaba a tocar una versión propia -y algo improvisada- de “Under my skin” cuando un somnoliento Patrick entraba por la puerta y se sentaba en la barra esperando a que Víctor le atendiera. No fue hasta que la propia Diana le saludó cuando se dio cuenta de que la música era en directo y tras la cara de sorpresa del propio Patrick el barman estalló en una carcajada.
Minutos después un humeante café y unas crujientes tostadas esperaban delante de un más despierto Patrick, que comenzó a extender la mantequilla, cuando la música dejó de sonar, Diana se levantó, y salió corriendo. Patrick se giró extrañado y Víctor se veía claramente sorprendido.
No pasó más de un minuto una vez Diana salió del Jazz Club cuando Mónica entró por las puertas de cristal, miró a su alrededor y susurró: “Alyx ha muerto” antes de desmayarse.

Geografía

25 Ago

Parafraseando a La oreja de Van Gogh, me gustaría inventar un país contigo.

Un país de esos de dos personas, de esos en los que todas las noches tienen Luna llena, aunque sus mañanas están llenas de sol y sus tardes de lluvia. Pero también hay noches tan llenas de nubes que no dejan de echar agua ni un segundo. Y amaneceres, y atardeceres, y nubes naranjas y regordetas que no hacen sino presagiar tiempos mejores.

Un país donde todos los días son minivacaciones, donde el despertar huele a café de cafetera italiana y tostadas recién hechas. Donde en la tele siempre hacen alguna película interesante, que pueda ser parada cuando queramos, donde hay un canal exclusivo de Amélie, otro de Bajo el Sol de la Toscana y otro de Juego de Tronos, y siempre que se enciende continúa por donde nos quedamos. ¡Ah! Y con sus subtítulos. 

Un país donde suenan bandas sonoras de miles de películas -las que ya hemos visto y las que nos quedan por ver-, donde enciendes la radio y suena Natasha Bedingfield seguida de Love of Lesbian. O quizás La oreja de Van Gogh, y Queen.

Un país donde los muros están pintados por Banksy, y repletos de frases de Carlos Sadness, o quizás de párrafos de Enrique Jardiel Poncela.

Un país donde hay miles de puertas que nos llevan a Kenya, París, la Toscana y miles de sitios más.

Un país de contrastes y COLORES, un país donde tener todo el  E  S  P  A  C  I  O  que queramos, aunque si lo preferimos también podemos estar tanjuntosquenoimportenadamás.

Un país en el que se bebe Desperados y whisky. Un país en el que no hay leyes, porque aunque las hubiera no nos importaría.

Un país en el que sea obligatorio besarse.

Adorarse.

Abrazarse.

Tocarse.

Sentirse.

Un país que huele a Fuel for life y a Don Algodón. Donde no hay pesadillas, donde las noches son lo largas que se quiera, pero eso sí, siempre, todos los días, se duerme la siesta.

Un país donde los juegos sean el Super Mario, el Badlands, Portal, y una lista interminable.

Un país para ti y para mí. Para una con 196 problemas y un chico con 165.

Me gustaría inventar este país para nosotros.

Renacer (I)

21 Ago

(Seis meses después de que Alyx entrara en coma)

Mónica se despertó aquel día con una sensación que no había tenido jamás, o al menos, no recordaba haberla tenido. Una sensación de nerviosismo a la vez que de entusiasmo. Era un día especial, sin duda alguna, y las tareas se le amontonaban una encima de otra metafóricamente en su cabeza – para colmo, junto con todas aquellas cosas dispersas que ya le preocupaban habitualmente.

Estaba lejos de la ciudad, estaba lejos del jazz Club, estaba lejos del hospital y de cualquier tipo de civilización. Aquel mes que había pasado en su casa de campo le había dado tiempo más que de sobra para pensar, para meditar, relajarse y sobre todo para prepararle la sorpresa. A él.

Así que no dudó un segundo más. Se puso su vestido más cómodo pero a la vez seductor, se calzó las sandalias más llamativas que tenía, se recogió su cada vez más larga melena rubia en una desenfadada coleta y fue rumbo al centro de la ciudad. Rumbo al Jazz Club.

Alyx Green, su mejor amiga a pesar de la clara diferencia de edad, había fallecido por causas que aún eran desconocidas. Lo primero que tenía que hacer antes de nada era comunicarlo, y se volvía loca de solo pensar cómo iba a explicárselo a Víctor, el cual sabía que había estado visitándola por lo menos una vez cada mes.

Víctor era un buen hombre de los que ya no quedaban así que, como hablar se le daba mejor que escribir, se acercó a la puerta y tras duros minutos concienciándose en la puerta, entró en el local. Víctor estaba apoyado en la barra, limpiando copas y al verla entrar paró en seco, pues un trueno rompió el silencio. Mónica le dijo a Víctor lo que había sucedido y continuaron conversando y consolándose mutuamente: clienta y encargado. Minutos después empezaron a aparecer las primeras nubes con señal de llovizna a la llamada del trueno anterior.

Finalmente Mónica – con un incómodo nudo en la garganta – salió rumbo a su destino definitivo. Quizá era demasiado pronto, pero le daba igual, siempre le había dado igual todo aquello que tuviera algo ver con aparecer demasiado pronto o demasiado tarde en los lugares.

Apenas tardó en llegar, vio su inmenso portal, con su telefonillo en un color diferente al resto. Cogió la caja que tenía, el sobre que se encontraba encima y se acercó hacia allá. Cualquiera que la hubiera visto en el trayecto podría jurar que, a pesar de todas las penas que inundaban el corazón de Mónica en esos momentos, fue sonriendo. Esa sonrisa sincera.

Se puso erguida frente al portal de Patrick y revisó que la fecha estuviera bien escrita. Sí, lo estaba. Era su cumpleaños.  Y esta vez no quería que pasara de largo, ella también quería dejar constancia aunque fuera un año de que, su verdadero “yo interior” había vuelto. Aquel interior que a él tanto le gustaba.

Le había preparado una sorpresa dentro de aquella cajita, y debido a su reciente desconfianza con el sistema de correos, aunque ambos amaban recibir así noticias, decidió llevarlo personalmente. Y entonces, como una niña pequeña, dejó la caja decorada en el suelo, el sobre encima, tocó el timbre y cuando escucho su voz contestar al otro lado de la rejilla sólo dijo:

-Baja.

Y no hubo más palabras. Ella se fue rápida como una estrella fugaz, ajena a cualquier persona que la estuviera viendo.

Entonces Patrick bajó, también sonriente. Abrió el portón y para su sorpresa, no encontró una chica peculiar de ojos grandes esperándole, si no una caja y una carta, en la que, desde su metro noventa de altura podía descifrar  “418 peldaños. P. Felicidades”

Lo que él no sabía era que en aquella mañana iba a descubrir cosas que jamás hubiera pensado.

Bilis, veneno y tu puta estampa

6 Ago

Bilis, veneno, ponzoña, toxicidad, peligro…te corroen las venas una por una. Desde los minúsculos capilares hasta la yugular. Una a una todas tus células se han ido infectando por el veneno que destila cada uno de tus poros, por la ira de tus ojos, por la desgracia de tu sola presencia.

No sé si llegarás a leer esto algún día, le pido a Dios que sí, y así te des cuenta de lo que provocas allí donde tocas, del efecto que causas en todas esas personas a las que un día decidiste desgraciarles la vida. Si no lo lees, por lo menos me quedo más a gusto que nadie.

Pero si lo lees, por una casualidad del destino, sólo te pido un favor: quítate la vida. Salva al mundo de tu persona. Quitarse la vida es muy fácil, un barranco, córtate las venas (a lo largo, si lo haces como en las películas no haces una mierda), ahórcate y mira tu alma evaporarse, bébete diez litros de whisky barato y pálmala en una bañera vomitando hasta la papilla y las tortas que debieron haberte dado de niña.

Sólo te pido eso. Porque como me dé la impresión siquiera de que me he cruzado contigo por la calle -sea la ciudad que sea- y sepa que eres tú, quizás acabo en la cárcel o delante de un juez, pero que sepas que tu cara necesitará cirugía para que sea lo que era: la cara de una hija de puta que no debería haber nacido.

¿De verdad duermes bien por las noches? ¿De verdad no pesa sobre tu conciencia toda la gente que confió en ti y a la que has dado con la puerta en las narices? ¿De verdad te han arreglado la vida los pocos miles de euros con los que huiste? ¿De verdad son esos tus objetivos en la vida?

Sinceramente «querida» -por decir algo, porque me pareces lo más rastrero sólo por encima de los pederastas- mereces quitarte la vida, ya sea el karma el que lo haga o la gracia del de arriba. O mejor aún, que te dé un cáncer y sufras lo que eres.

No deseo la muerte a nadie, pero la tuya ya está tardando en llegar.