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#vuelveaescribir

11 Ene

Me envió el otro día WordPress al correo electrónico un análisis del blog y curiosamente no fueron malos números, a pesar de que sólo escribí dos entradas, una de ellas engañándoos vilmente haciendo creer que escribiría más. Esto va a cambiar.

Cayendo en las garras de esa -infame- campaña de marketing que nos invita a comprar un móvil con stylus caigo y mi cabeza se pone a darle vueltas al eslogan que muestran para venderse. Y, por qué no admitirlo, me entran ganas de volver a escribir. No así de comprarme el teléfono en cuestión, todo sea dicho.

vuelve

Así que ese es uno de mis propósitos. Esperemos que este 2015 sea un año de retornos. Y de novedades, de creación, de amor -y hamor, que algún día contaré-. Será un 2015 de arte, escritura, lectura, fotografía, vídeo, música.

Y mi propósito es escribir una entrada cada dos semanas. Ya veré como me organizo, pero sin objetivos no hay metas.

Por tanto, mi lista de propósitos es:

#vuelveaescribir

#vuelvealeer

#vuelveafotografiar

#vuelveagrabar

#vuelveasentir

Estamos de vuelta, más fuertes que nunca.

Bienvenido, 2015. Tú y yo vamos a llevarnos bien.

Desapariciones

21 Jun

Se encontraba en la puerta de su apartamento, con la llave en la cerradura pero sin saber si prefería girarla dos veces o irse para siempre. Dio una vuelta y se percató de que dependiendo hacia el lado en el que girara podría cambiar o no su vida.

Por un lado -si abría la puerta- estaría su fantasma esperándole, sentada en el sofá mirando la Luna como si fueran sus ojos los que permitían que se desplazara por el cielo. Y la miraría embelesada, y se fijaría en su vestido blanco, en su pelo castaño tan oscuro que en ocasiones podría pasar por moreno, se perdería en la constelación de sus pecas y se quedaría hablando con ese fantasma hasta altas horas de la noche con una copa de vodka en la mano, o quizás con una de vino blanco.

Si giraba hacia el otro lado -si la cerraba- podría volver por donde había venido y encontrarse de frente con su presente, en su cabeza no encontraba ni necesitaba más explicación que su rubia cabellera, su sonrisa y el suave tacto de su piel, su afilada lengua que tantas charlas transformaba en momentos inolvidables, su gusto por el buen café o por una cerveza con tequila.

Al final, después de un largo rato de pie con la mano en la llave, le pareció escuchar una melodía desgarradora, en la que dos voces parecía que cantaran llorando, afinó su oído y descubrió de cuál se trataba. U2 junto a Mary J. Blige, One, recordaba esa canción, los últimos acordes hacían acto de presencia mientras la nota final se quedaba suspendida en el aire mientras desaparecía, como una hoja que cae en otoño para acabar fundiéndose con millares más en el suelo.

Un par de pequeñas lágrimas salieron de sus ojos, y se dio cuenta de que no podía evitar más la evidencia, giró la llave una vez más, entro en la casa, miró en la cocina que quedaba a la izquierda de la entrada, bajó las escaleras y revisó todo el salón, entró en su cuarto y como en el resto de la casa no había nadie.

-Se ha ido, en el momento exacto ha desaparecido, -pensó el dueño del Jazz Club- no está mirando la Luna ni esperándome en el sofá.

Echó un último vistazo en el cuarto de baño, al cual se accedía desde su habitación, y lo único que vio cuando encendió la luz le pareció una señal demasiado obvia como para no tenerla en cuenta. Una foto puesta en el marco del espejo en el que salían unas piernas y él escuchando música apoyado en ellas, sobre el césped. Él tenía la barba sin recortar, ella un pantalón corto y una camiseta verde. El cielo tenía unas perezosas nubes y una leve brisa removía las copas de los árboles.

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Supo que ya había tomado una decisión cuando se descubrió a si mismo sonriendo mientras su mente se olvidaba, poco a poco, de sus antiguos fantasmas.

Lunes

3 Jun

Hoy es uno de esos días que se nota que es lunes. Donde el cansancio puede más que las ganas y donde matarías por una cama mullida donde echar la siesta sin nadie que molestara tu profundo sueño. Uno de esos días donde dar un paso pesa, donde siquiera estar atento más de dos minutos en clase es un martirio. El calor comienza a notarse y, por mucho que nos digan que será el verano más frío de la historia reciente, no veo señal alguna de ello. Sólo siento calor, ganas de estar todo el día en el agua o de dormir hasta que el cuerpo me diga «basta».

Hoy es uno de esos días donde uno está especialmente irascible, donde cualquier comentario que normalmente no tendría más importancia hace huella en tu moral, donde no haces sino ponerte canciones optimistas para no acabar tirado por los suelos como tu moral.

Y entonces llega ella.

Y tiene la moral tan por los suelos como tú.

Y vuestras personalidades chocan. Y acabáis peor de lo que habéis empezado el día.

Y no os echáis los trastos a la cara porque no hay cerca trasto alguno que echarle.

Pero, entonces, paras un momento, giras la cabeza y la ves a tu lado, sin nada más que hacer, mirándote.

Y poco a poco tus ojos dejan de estar en un gesto enfadado para cambiar de expresión.

Y la miras bien, y sientes que todo vuelve a tener sentido, que ella sigue ahí.

Y ves que está sonriendo. Por ti.

Y mueres de amor.

Y el lunes, que empezó tan mal, vuelve a tener sentido con su sonrisa.

En sólo un segundo

9 May

Cada día tiene 86400 segundos. Y en cada uno de esos segundos se toman distintas decisiones, decisiones que pueden llegar a cambiar nuestra vida o decisiones que pueden no tener más importancia que una gota en un océano.

Tú fuiste una decisión. La decisión de la vuelta a empezar. Del olvido para poder volver a recordar. De nuevas aventuras. De caos absoluto. De improvisación, de ganas de verte amanecer, de explosiones de creatividad, de ti.

Tú. Siempre has sido tú. Aunque te odie. Aunque lo niegue.

En sólo un segundo me has cambiado la vida.

Escriba

27 Ene

Leía hace tiempo un tuit que, de hecho, marqué como favorito y para los que me conozcan sabrán que no es algo que ocurra todos los días. Siempre trato de evitar marcar como favorito a menos que el tuit en cuestión me llegue en el momento justo o de la persona adecuada. Huyo de la moda de Favstar y voy a contracorriente: retuiteo los que quiero que el mundo conozca, faveo los que me llegan al alma.

Pues bien, el día 26 de julio @Un_Tal_Philipp puso un tuit tal que así:

Escriba. El dolor no sale solo.

Y he caído en la cuenta de que es realmente cierto. Actualmente estoy bastante contento y, por ende, no tengo ganas excesivas de escribir. Qué cosas tiene la vida que inspira cuando duele.

Era sólo un pensamiento a compartir, para que no me echéis de menos más de lo necesario.

Pura nostalgia. Hotel Ferrero

26 Nov

¿Sabes? Hay días en los que a uno no hace sino entrarle la nostalgia. Tal vez algún comentario hecho por un amigo mientras por tu cabeza pasa un pensamiento de Dios sabe qué, tal vez un tuit, o una foto de Instagram… Y en ese preciso instante todo tu cuerpo se llena de una nostalgia pura, de aquella en la que recuerdas días soleados en verano, duras jornadas de trabajo buscando hierbas por el campo, cortando cabezas de merluza para fumet, limpiando suelos o dorando pichones.

No son recuerdos que vengan cada mucho, es más, juraría que cada día recuerdo, aunque sea un momento, aquellos cinco meses y no es sino más de un año después cuando se recuerda con especial cariño a toda la gente con la que se compartió aquel camino: Victor, Abel, Edu, Laura como los más importantes; Sebas, Jorge, Javi, Juan, Alén, Ramón, Carla…muchos de los demás…y al frente de todos ellos, Paco.

Las jornadas pasaban, horas y horas entre fogones, entre gritos, estrés y dolores de espalda insufribles, entre cansancio acumulado y ganas de que llegarán los lunes, de que la temporada alta acabara, de que ese servicio que ya estaba lleno fuera fluido y tranquilo….pero también de ganas de acción, de risas, anécdotas e historias que contar, de una cerveza en el Crespo al final, de muchos, muchos recuerdos.

Fueron días duros, muy duros, pero mirando atrás, fueron días felices.

Y, al final, llovió

29 Sep

Cinco meses antes del reencuentro en el Jazz Club.

El día amaneció nublado. Negras nubes llegaban de la sierra hacia la ciudad y una cantidad infinita de truenos anunciaban el diluvio del siglo. Las temperaturas estaban demasiado bajas respecto al día anterior y, misteriosamente, en su iPod no dejaban de sonar canciones más lentas, como sabiendo el tiempo que se avecinaba.

Patrick estaba caminando despacio, como a él le gustaba hacerlo ese tipo de días, disfrutando de la atmósfera fresca y del preludio de la lluvia. Y, al final, llovió. Una gota cayó en su nariz. Miró al cielo, abriendo mucho los ojos, viendo como millones de pequeñas gotitas caían de las nubes. No pudo sino reír mientras su chaqueta comenzaba a mojarse. Acto seguido comenzó a correr. La gente que estaba cerca de él en ese instante pensaría que corría a su casa a refugiarse, nada más lejos de la realidad.

Corrió hasta quedarse sin aliento, y llegó al portal de la casa de Mónica. Ahí estaba ella, con su paraguas gigante, con sus botas de agua y con una sonrisa de oreja a oreja enmarcada entre sus ojos verdes y su pelo rubio y liso a pesar de la lluvia. En seguida, al verle chorreando, corrió hacia Patrick. Se abrazaron, se besaron, dejaron que el tiempo se escurriera como las gotas por sus ropas, se miraron a los ojos y Mónica abrió el paraguas.

Comenzaron a andar por la ciudad, sin destino, dando vueltas, viendo cómo la gente corría a refugiarse, cómo los sonidos se apagaban, cómo el ritmo de la vida bajaba el ritmo poco a poco, el agua caía con fuerza, pero a ellos no les importaba. Todo lo contrario, lo preferían así, se transformaban en dos anónimos paseando bajo la lluvia. Poca gente sabría lo mucho que les gustaba esa sensación única.

No sabrían decir si fue segundos, minutos o incluso horas lo que duró la lluvia. Tampoco les importaba. Era su momento, encerrado en millones de reflejos que caían del cielo. Esperando a volver allá arriba para caer una y otra vez.

En toda vida hay tres amores

21 Sep

En toda vida hay tres amores. No voy a referirme a amor fraternal, o por un hijo o por un amigo. Me refiero al otro amor, al que surje de la complicidad, la pasión, el sentimiento. A ése amor me refiero. Y he llegado a la conclusión de que en toda vida hay tres amores. Pocas veces dos de ellos serán el mismo, pero si eso ocurre, no dejes escapar a esa persona, así como consejo.

El primero es, dicho sea de paso, el primer amor. Aquel que suele llegar más pronto que tarde, aquel en el que se vuelcan cantidades ingentes de sentimientos por identificar, nerviosismos, puede que algún sentimiento de hacer algo prohibido o peligroso, es un amor que suele ser sentimental en su mayor parte, y a pesar de que no suele ser el definitivo, deja marcado de por vida. A pesar de que esa persona llegue a desaparecer o acabe siendo todo lo contrario de lo que parecía. El sentimiento suele perdurar aunque acabe transformándose más en una especie de cariño.

El segundo, es nuestra némesis. Es esa persona que puede, o no, ser completamente distinta a nosotros. Esa persona que consigue habernos hecho cambiar nuestra forma de ver el mundo, un amor más pasional, más espontáneo y que en la gran mayoría de las ocasiones suele acabar peor de lo que empieza. Sin embargo, con el paso del tiempo, y aunque otra persona esté acompañándote en esa ocasión, sueles recordarla porque era la persona que hacía vibrar tu mundo como nadie más ha podido.

El tercero es el amor de nuestra vida. Esa persona con la que quieres compartir el resto de tu vida, con la que te complementas y con la que haces millones de planes de futuro. Es un amor más racional, pero no por ello sin dosis de pasión o espontaneidad. Es aquel amor que suele durar más que ninguno de los otros, pero también el más difícil de encontrar.

Y estos son los tres tipos de amores que he llegado a la conclusión que hay. ¿Vosotros conocéis algún tipo más?

Ah, estos tres tipos en mi caso tienen nombre y apellidos. Qué cosas.

«Te falta rock»

8 Sep

«Convencido de que estás en el tejado a ver si llego yo…»

¿Sabes? Últimamente te estoy echando mucho más de menos de lo que podrías imaginar, más incluso de lo que yo mismo llegué a pensar.

«Layla, you got me on my knees…»

Puede que sean las semanas que hace que no sé nada de ti, de tus letras o de tus sonrisas, o la botella de Whisky que se vacía con cada día que no te veo. Puede que sean muchas cosas, pero cuanto más tiempo pasa, más te pienso.

«Is this the real life, is this just fantasy…»

Hiciste que todo me recordara a ti, cada moto, cada acorde de una canción de rock, cada Luna Llena…y ahora, por consiguiente, no puedo olvidarte de ninguna de las maneras.

«Don’t stop thinking about tomorrow…»

Sólo puedo esperar, pacientemente, a que vuelvas, a que decidas que todo sea como antes, a ser felices. Mirando a la Luna las noches en que está llena deseando que tú estés mirándola también. Te espero entre un trago de Jack Daniel’s y el siguiente. Te espero a cada salida del trabajo. Te espero aunque tú te hayas olvidado de mí.

«Para algunos, la vida, es galopar un camino empedrado de horas, minutos y segundos. Yo, más humilde soy, y sólo quiero que la ola que surge del último suspiro de un segundo, me transporte mecido hasta el siguiente.»

Dime, Mónica

7 Sep

Una Mónica de ojos húmedos y boca temblorosa estaba en la puerta, mirando directamente sin parpadear a Patrick, que se había quedado inmóvil observando aquellos ojos verdes. Víctor, tras ver la escena, se dirigió al interior del local. Tal vez para no interrumpir, tal vez para que Mónica no se sintiera más aturdida de lo que parecía estar. El resto de gente del local, tras la sorpresa incial, volvió a sus quehaceres. La anciana se levantó dejando tras de sí media taza de café aún humeante y salió del local.
Mónica se acercó a Patrick, llevaba unos vaqueros cortos y una camiseta blanca. Patrick, que ya se había empezado a adaptar al cercano otoño, vestía unos pantalones largos, unos botines y una camisa. Ella se sentó en la silla que había a su lado, ya más calmada. Pero, contra todo pronóstico, la mirada de Patrick se hizo más dura, inquisitiva. Sin dejarle decir ninguna palabra, comenzó a hablar.

-Dime que esto va a a alguna parte. Dime que toda esta espera merecerá la pena. Dime que todo va a ir bien. Dime que somos algo, aunque sea poco. Dime qué somos, que aún no lo sé. Dime que aunque te vuelvas a ir, volverás. Dime que aunque viajes, te acordarás de mí y pensarás en que te gustaría que yo estuviera ahí, contigo. Dime que todas estas letras que he escrito durante años serán correspondidas. Mónica, -en este punto la voz había perdido toda su fuerza y dejaba ver la debilidad interior que sufría- dime por qué tanta excusa. Dime por qué no quieres que nos veamos. Dime por qué el tiempo pasa tan insultantemente lento. Dime que lo nuestro viene de antes y va para después. Dime un «te quiero» que sea sincero. Dime que me añoras, o que me echas de menos, pero que te apetece un capuccino con mucha espuma. Dime que te apetece escuchar mi voz, o ver mis ojos. Dime que quieres abrazarme. Dime que apesar de tus enfados y líos de cabeza, y los míos, sigo siendo constante en tu vida. Dime que me esperas, que nuestro tiempo llegará. Dime que aguantarás mis lados oscuros, que no son pocos. Dime que aunque intente echarte tú lucharás por quedarte dentro.

Dime algo, pero no te pongas los auriculares otra vez y te vayas por esa puerta. Por favor.